Defendemos la convivencia basada en el principio ético universal de la Tolerancia que consiste en el respeto, aceptación y aprecio de la diversidad de nuestro mundo, el valor de la persona, de su dignidad y derechos, que implica consideración y respeto a sus opiniones, creencias o cultura aunque no se compartan.
El racismo, la xenofobia y las otras caras de la intolerancia, no reciben amparo de nuestro ordenamiento jurídico que se inspira en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los valores democráticos. Ni encuentran resquicio en nuestra educación y cultura. Es más, todos somos conscientes de que estas manifestaciones son destructivas y que en el pasado siglo ha protagonizado grandes crímenes contra la humanidad, entre ellos la tragedia del Holocausto.
En consecuencia, ante la realidad del mundo actual donde se padece discriminación y persecución por razón de ideología, religión o creencias, por pertenecer a una etnia, nación, por su color de piel, sexo u orientación sexual, por discapacidad, situación familiar ó enfermedad…, nos adherimos a los principios de libertad, igualdad, solidaridad, justicia y tolerancia, a la defensa de la pluralidad social y diversidad cultural y religiosa, al diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad, al respeto y promoción de los derechos humanos que favorezcan una convivencia en paz y democracia.